Un programa que vincula a personas de entre 18 y 29 años de edad, que no estudian y no trabajan, con empresas, talleres, instituciones o negocios donde desarrollan o fortalecen hábitos laborales y competencias técnicas para incrementar sus posibilidades de empleabilidad a futuro.
Durante la capacitación, hasta por un año, los jóvenes reciben un apoyo mensual de $3,748.00 y un seguro médico contra enfermedades, maternidad y riesgos de trabajo.
Hasta ahí todo bien pero…
Con el anuncio de la terminación de registros para becarios en Agosto del año pasado, para reiniciarlo en el segundo semestre de este año, el programa estrella de política social y de empleo del presidente López Obrador, Jóvenes Construyendo el Futuro, demostró que ha sido un fracaso y no sólo por no haber alcanzado las metas, sino que no se conformó todo el andamiaje necesario con la iniciativa privada y los mismos jóvenes para que tuviera éxito.
Más que significarse como una verdadera oportunidad de incorporar a los beneficiarios del programa al círculo virtuoso de la productividad, en realidad se convirtió en un dispendio de recursos públicos que terminaron en la basura, ya que no sirvieron, en la mayoría de los casos, para el propósito para el que fue diseñado y sí para fomentar la vagancia y la improductividad.
Diversos jóvenes entrevistados o por medio de sus redes sociales, dieron cuenta en qué changarros trabajaban, qué hacían y al final del día de qué les sirvió la capacitación.
De la misma forma, las grandes empresas que participaron al final del día reportaron que, no obstante que ellos abrieron los espacios de capacitación y trabajo para los jóvenes, estos no acudieron a la cita o de plano muchos de ellos abandonaron el programa.
Si López Obrador quiere apoyar realmente a los jóvenes en brindarles opciones de trabajo e ingreso, no es con buenos deseos y con regalarles dinero, ya que con ello les destruye su futuro al convertirlos en unos verdaderos inútiles, además de volverse presa fácil del crimen organizado para su reclutamiento.
La diputada Claudia Reyes Montiel demandó la explicación de las causas del desaguisado, al tiempo de solicitarle al Presidente que reconozca, para así corregirlo.
La secretaria de la Comisión de Economía, Comercio y Competitividad afirmó: “Lamentablemente el Presidente no es dado a reconocer y aceptar sus equivocaciones, pero si en verdad es honesto como dice ser, ahora es el momento de demostrarlo y aceptar que el programa no cumplió con su meta original y que es necesario hacerle ajustes”.
Agregó que si por el contrario, el Presidente sigue creyendo en sus dichos y datos –que nadie sabe de dónde saca y que muchas veces contradicen a su propio gobierno–, entonces no hay esperanza de que las cosas mejoren y en el siguiente año pueden ir igual o peor, tanto con este programa como con otros del gobierno federal.
La legisladora por el Estado de México refirió que el gobierno de López Obrador informó la semana pasada que este programa, uno de los principales a su cargo, se suspendía hasta el año siguiente, supuestamente porque –según dijo Luisa María Alcalde Luján– había llegado a su meta de inscribir a 900 mil beneficiarios este año.
Sin embargo, ella misma afirmó en mayo pasado que la meta era de un millón de personas, dato que el Presidente refrendó el pasado 1 de julio, ¿entonces dónde queda la comunicación?
Otro revés de la 4T con grave daño al erario público, efectivamente pero tal vez el presidente tenga otros datos.
Son interesantes las propuestas en cuanto a programas sociales del nuevo gobierno o la 4 T como se le denomina, sin embargo es muy vulnerable y fácil de obtener sacar beneficio (ser becario) la gente tiene muchas mañas y se aprovechan de esas vulnerabilidades para hacer uso de ellas.
Y no solo lo digo en cuanto a las personas que salen beneficiadas, sino también de los encargados de dicho programa a nivel gobierno.
Como muchos pensaran que deben reajustar en cuanto a las supervisiones de campo y verificar que realmente cada beneficiario este ejecutando la labor que le corresponde, se ha visto durante la primera etapa de este programa que hay dinero para ejecutarlo y llevarlo a cabo, entonces de los millones de pesos que se invirtieron en la primera etapa o primer año “como le quieras llamar“ reajusten el presupuesto para la siguiente etapa (Cosa que si sucederá) y un porcentaje del presupuesto implementarlo en esas visitas de supervisión, llevando consigo controles más minuciosos para que realmente se cumpla el propósito del programa, lejos de afectar a los beneficiarios por obtener dinero fácil para gastárselos en vicios (algo muy común en Atoyac, sino pregúntenle a los de la Prepa 22😂) y en realidad aprendan algún oficio nuevo.
Aclarando nada más, no todos los jóvenes hacen mal uso del beneficio económico que le trae el programa, algunos si le dan un buen uso pero estoy seguro que son más los casos del mal uso que se le da, al de la gente que le da un buen uso.
Eso de confiar en la buena fe y voluntad del mexicano creo no aplica, mucho menos las estampitas religiosas para encomendarse a que la gente haga lo correcto, para muestra la pandemia que estaba domada y que resulto ser indomable.
Like y comparte 😉
No hay comentarios.:
Publicar un comentario